Una hermosa fotografía de Francisco Manuel junto a su hija Mariola, el día de su boda.
Me entristece muy profundamente tener que traer hoy a este mi blog unas líneas tan amargas como estas.
El suceso ha sido del todo inesperado así como la difusión de la fatal noticia. Mi querido y cercano amigo Francisco Manuel de las Heras y Borrero ha fallecido el pasado martes día 30 de Julio de 2013. Hacía tan sólo unos días que había llegado a España, de su destino de la Unión Europea en Uganda, para pasar las vacaciones de verano.
Como de costumbre, nos manteníamos a diario en contacto en un fluir incesante de correos electrónicos y alguna que otra ocasional llamada, hablando de nuestros intereses comunes, la familia y otras tantas cosas como parte de una bonita y peculiar amistad. Nos separaba una gran franja de edad pero desde que entablamos contacto hace más de dos años considero que enseguida nos entendimos muy bien. Compartíamos un similar sentido del humor propio de las gentes de Andalucía que yo he heredado de mi abuelo Gonzalo, por otro lado nuestros gustos, aficiones y forma de ser considero que eran muy similares.
Yo me enteré ayer de la triste noticia y cuando la leí lo primero que pensé es que había sido una equivocación desafortunada. Desde el sábado pasado no nos escribíamos pero era algo natural en tanto que el estaba de vacaciones y yo inmerso en algunos trámites personales. Pero al ver que la noticia se reproducía en varios medios de la red de redes me di cuenta de que era cierto.
Francisco Manuel era una persona cercana, un buen hombre, dotado de unas virtudes de la vieja caballería en las que las palabras honor, lealtad, sinceridad, amistad lo eran todo. Si citase sus dilatados méritos tendría que dedicar mil páginas así que lo obviaré pero si puedo destacar que pertenecía a muchas distinguidas corporaciones nobiliarias y de mérito, pero considero que si nunca hubiese pertenecido a ninguna de ellas yo lo habría considerado igualmente noble porque su nobleza estaba en su comportamiento, en su forma de ser y en su propia persona. Para mí era un gran hombre, un mentor, un referente.
Ahora recuerdo entre la amargura, pero con una pequeña sonrisa, sus expediciones en el continente africano para contactar con antiguas Casas Reales Tradicionales olvidadas y los relatos de sus indagaciones. No hacía mucho había realizado una de sus últimas visitas a un reino de Uganda. Las noticias que me llegan, pero que no he podido contrastar, es que contrajo una enfermedad africana que causó el final e inesperado desenlace. Dan igual la circunstancias, lo que importa es que se ha ido un buenísimo amigo que de algún modo me deja huérfano. Extrañaré nuestra intensa comunicación y nuestra colaboración en proyectos compartidos. No cabe duda que lo escucharé en mi corazón y en mi mente.
Seré sincero y os diré que yo había imaginado en alguna ocasión una idílica imagen en que un longevo Francisco Manuel de unos 95 años paseaba junto a mí, más mayor, charlando en una bella terraza de su amada Sevilla. Estaba convencido de que esa escena sería posible dada su vitalidad y buena salud, pero nadie se imaginaba que podía ocurrir lo que ocurrió.
Al final lo que importa es que vivió como le gustó, saboreó la vida y todo sueño que tenía lo persiguió. Fue su vida una vida plena y eso me alegra, aunque debo confesar que me habría gustado gozar de su amistad por muchos años más.
Recuero una de nuestras últimas conversaciones donde me decía sobre nuestros gustos comunes: ``Miguel, en el fondo hay que estudiar estos temas, hablar sobre ellos y por encima de todo disfrutar, que de eso se trata´´. Tenía toda la razón, de lo que se trata en esta vida es de vivirla con felicidad.
Yo esperaba un nuevo correo suyo después de unos días de descanso pero ahora sé que ese correo no llegará. Repasaré nuestra correspondencia para recordarlo.
Le mando desde estas líneas digitales un abrazo enorme a su esposa e hijas que seguro estarán desoladas. Francisco Manuel dejó huella en aquellos que le conocían.
Que Dios le tenga en su Eterna Gloria.