martes, 19 de agosto de 2014

SOBRE LA SOBERANÍA DE LA MICRONESIA ESPAÑOLA (PARTE IV).

 
 
En Tiempos de Historia, en el día de hoy, continuamos con la cuarta entrada sobre la soberanía española de algunos enclaves territoriales de los que se tiene poco conocimiento por parte de la población, por falta de difusión por parte del Estado y los medios de comunicación, por el olvido jurídico en el que han caído o por la emisión de información errónea (en una parte o en su totalidad). Probablemente, el territorio que analizaremos a continuación sea uno de los más desconocidos y olvidados.
 Vista desde Satélite de la Micronesia Española
 
España preserva, aún en la actualidad, la soberanía de la denominada Micronesia Española. Es un conjunto de pequeños archipiélagos enclavados dentro de las aguas de Oceanía en el Pacífico, entre Melanesia y Polinesia. Formado por varios grupos de islas: Güedes, Coroa, Pescadores, Ocea y Monteverde (en sus nombres originales).
Estos grupos de islas no fueron incluidos en el Tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, ni en el Tratado Germano-Español en el que se cede al Imperio Alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1899. Debido a un olvido de su inclusión en dichos tratados su soberanía no fue cedida por lo que, de jure, su soberanía aún en la actualidad la conserva España.
Dichas islas tienen pequeño tamaño y buena parte de las mismas están deshabitadas, actualmente. En cualquier caso, sería importante para España desde un punto de vista histórico, geoestratégico y económico llevar a cabo los oportunos contactos ante la ONU y ante los diversos países de su entorno que, de facto, las administran por costumbre como si fuesen propias, aunque no lo sean, y desarrollar los oportunos pasos para vivificar unos pequeños territorios que aún en la actualidad son de jure españoles, en tanto  que nunca fueron cedidos.
De su existencia se percató el investigador D. Emilio Pastor que en la década de los años 40, del pasado siglo XX, publicó sus hallazgos. De sus descubrimientos se hizo eco el Estado. Es así como el gobierno de España emitió una nota oficial por medio del Gabinete de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores en enero de 1949, sobre la existencia de la Micronesia Española y de la vigente soberanía sobre la misma. Si bien, España al margen de dicha nota de prensa pública no llevó a efecto ningún contacto ni actuación ante los Organismos Internacionales para revivificar su presencia en la zona, dado a que no era una época idónea debido a la situación de crisis y aislamiento que atravesaba el país a nivel internacional. 

Isla de Pescadores (Isla de Kapingamarangi)
 
Isla de Güedes (Isla de Mapia)
 
Isla de Monteverde (Isla de Nukuoro)
 
Isla de Coroa (Isla de Rongerik)
 
Isla de Ocea (Isla de Banaba)

 
Revivificar la unión con esos territorios olvidados y de vigente soberanía española sería algo muy importante para España a nivel geoestratégico, histórico, comercial y económico. España no ha tenido muy buena suerte históricamente en el plano internacional para hacer valer sus derechos territoriales. Mientras que otros países pujantes, aún en la actualidad, conservan bajo su soberanía pequeños territorios diseminados por el Mundo y obtienen grandes beneficios de todo orden de su correcta administración, España fruto de los avatares de la Historia apenas ha podido preservar sus derechos territoriales. Es por ello que acometer una actuación en este sentido sería una ocasión de especial importancia para poder revivificar y poner en valor (que no recuperar pues nunca se perdieron ni cedieron) unos pequeños enclaves territoriales que aún conservamos. Por el momento (entre alusiones dispersas y noticias públicas más o menos ambiguas que demuestran la peculiaridad histórica del caso y su debido enfoque), hasta que un gobierno español se interese activamente por esta cuestión (en un momento de pujanza económica e institucional) la Micronesia Española seguirá existiendo de forma tranquila y pacífica como un vestigio de un pasado que podría ser revitalizado, algún día, si hubiese ese claro  interés.
 
Véanse las entradas anteriores: